El padre de “Clarín” – Diario PERFIL – 28 de Marzo de 2010

Primero, una idea de país, de una Argentina que desarrollara todo su potencial; luego, un diario que irrumpió con fuerza en el periodismo local para modernizarlo. Esa fue la receta de Roberto Noble, abogado, político y estanciero, que arriesgó su fortuna y su tranquilidad en la fundación de Clarín. Su hija, Guadalupe, recuerda todas las facetas de este hombre valiente y optimista en una biografía notable.

Por Guadalupe Noble

 

Nota en Diario Perfil
Nota en Diario Perfil

El verdadero acto de nacimiento de Clarín tuvo lugar en el íntimo convencimiento de Noble sobre el paso que iba a dar. Mientras muchos lo consideraban un gran riesgo para su patrimonio y tranquilidad, él no titubeó en jugarse entero y poner todos sus bienes al servicio de su quimera periodística.

Desencantado de la política, empeñó su fortuna en un factor de poder real y decisivo: un diario. Un diario que llegó a ser el más vendido y el más leído. Clarín y el peronismo surgen casi juntos, se enfrentan y conviven.

La historia de Clarín es la historia de Noble. Es la aventura de un diario que irrumpió en la Argentina con la fuerza necesaria para hacer trepidar al periodismo argentino y, por lo tanto, modernizarlo. Sucedió en un tiempo tan breve que no se ha registrado hasta la fecha ningún caso similar a este tipo de publicación.

Hacia 1960, en sus primeros quince años de existencia en América latina, alcanzó tres aspectos de un récord: la mayor tirada entre los diarios de habla hispana, una gravitación fundamental como órgano periodístico de opinión en la proyección nacional y continental y una casa para hacer diarios que constituyó la expresión más avanzada de su época.

Un estanciero inquieto. Los tiempos que corrían en el país hacia 1943 eran agitados y turbulentos. La paz campesina no compaginaba con el temperamento inquieto de Roberto Noble. El abogado es el estanciero que alterna el trabajo rural con la atención de su prestigioso estudio jurídico especializado en derecho aduanero federal.

La Segunda Gran Guerra se aproxima a su desenlace. El enorme conflicto bélico fermenta hechos sociales de perspectiva incalculable. Ideas nuevas, problemas imprevisibles que derivaban de ellas, imponen a Noble la necesidad de crear el instrumento que captara y canalizara las inquietudes populares argentinas que, por entonces, carecían de vocero. Tomó así su decisión y lanzó a la calle un periódico que expresaba las corrientes sociales del país y, en especial, la famosa clase media.

Este impulso cívico movió al estanciero de Santa María a dejar la serenidad del campo por la porfiada realidad que se movía en los centros urbanos.

Recorridos, canillitas y noche porteña. En las jornadas preparatorias de la salida de Clarín a la calle, Noble había establecido contactos y muy buenos entendimientos con los denominados “recorridos”, es decir, los agentes distribuidores de diarios y revistas que cada madrugada y cada atardecer llevan la “mercadería”, como la denominaban los canillitas, a las paradas o sitios de concentración y venta. Con el gancho que tenía Noble, le fue muy fácil entenderse con ellos. Así ocurrió que en la noche del 27 de agosto de 1945, víspera de la salida de Clarín a la calle, en el taller del diario Noticias Gráficas, en Riobamba y Sarmiento, donde se estaba imprimiendo, todos los hombres representativos del gremio, en acto absolutamente inusual, se hicieron presentes y rodearon al doctor Noble. Aquel encuentro, revelador de un mutuo y pleno entendimiento, resultó muy importante, igual para Clarín que para lo que en la jerga del oficio llaman la “reventa”. Noble, en el trato diario con los revendedores y distribuidores de Clarín, los convenció de la necesidad de que estuvieran agrupados en una sociedad con sentido gremial y mutualista. Se fundó así, y por su inspiración, la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines (SDDRA). Noble los ayudó en la medida de sus posibilidades, que no eran muchas en aquellos días, y los alentó. Trazó los objetivos que debían proponerse para alcanzar resultados, especialmente en los servicios de previsión y defensa de la salud de sus asociados.

Pasó el tiempo. Clarín creció hasta convertirse en un gigante. Noble nunca olvidó aquel acto de solidaridad, de afirmación amistosa y de colaboración que le expresaron con su presencia los viejos canillitas en aquellas horas de la víspera ansiosa de la salida del primer número del diario a la calle. Los hombres de los recorridos fueron sus amigos.

Para cada innovación que se introducía en la presentación y confección de Clarín –secciones nuevas, suplementos, revistas–, antes de tomar una decisión final sobre cualquier tipo de modificación destinada a tener proyección en la venta, Noble reunía en consulta a los recorridos, exponiendo los propósitos y planes para escuchar, a su vez, las opiniones de los vendedores y aceptar sus consejos.

A la vuelta del tiempo, aquellos planes que les había trazado Roberto Noble cuando fundaron su sociedad, aquellos proyectos de grandeza, se hacen hoy realidad en el enorme edificio de la SDDRA, en la avenida Belgrano y Entre Ríos. Los recorridos dicen de Noble: “Estas son las ideas y los consejos que nos dio Roberto Noble. El Cid sigue venciendo después de muerto”.

Cuando Clarín, en una de sus etapas de diario nómada –porque tuvo varias casas y ninguna era suya–, se imprimía en el taller del diario Crítica de la calle Pedro Echagüe, en Constitución, un mundo de canillitas y peones cargadores de camiones pululaba por las puertas del taller de impresión. Mezclados con ellos, se movían elementos raros de la noche, noctámbulos, gente simpática pero brava, entre los que se hallaban algunos maestros en el arte de introducir, con fineza imperceptible, “la mano propia en bolsillo ajeno”. Noble, de vez en cuando en las madrugadas, se daba una vuelta por Pedro Echagüe a esperar la salida de Clarín. Gustaba de aquel rumor de colmena de cuando es inminente la salida del diario, el enjambre de los muchachos que se mueven al pie de los camiones esperando la largada. En aquel ambiente de papel, tinta, gritos y órdenes, Noble se descontracturaba.

Las primeras veces que fue, advirtió con sorpresa que sus amigos lo rodeaban discretamente como para impedir la aproximación de aquellos caballeros raros, apenas manifestaban gran interés en saludarlo. Un día preguntó Noble a sus amigos cuál era la causa por la cual no permitían que se le aproximaran esas personas. Se trataba de las de “mano propia en bolsillo ajeno”. Y le dieron una explicación a su manera, en su estilo y lenguaje: “Doctor, éstos no tienen nada que ver con nosotros. No los dejamos arrimar para que no le hagan el cuero”. Que en otros términos quería decir “para que no le quiten la billetera sin que usted se dé cuenta”.

Vía Diario Perfil

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