El próximo martes 22 se reinaugura el teatro Del Picadero. El teatro comenzó a ser demolido en diciembre de 2007, pero Basta de Demoler alertó a la comunidad teatral y recurrió inmediatamente a la Justicia. Esta ordenó al Gobierno detener la demolición. Luego de varias semanas de negociaciones con el propietario, se logró llegar a un acuerdo que preservara el edificio con el compromiso de rehabilitar la sala teatral.
Lo que nadie contó del Picadero: nuestra versión de la historia
A continuación presentamos un relato con algunos pormenores de las gestiones que lograron salvar al picadero
El descubrimiento
La estación de servicio de la esquina de Riobamba y Corrientes ya había sido demolida, y la piqueta avanzaba sobre el pasaje “Enrique Santos Discépolo”; ya habían sido demolidas las dos construcciones contiguas y se hallaba a metros de un precioso edificio en cuya fachada abundaban ornamentaciones relativas al automovilismo. Frente a esta fachada, un mural de Marino Santamaría dibujaba con la técnica del trencadis – en trozos trocitos de mosaico – la historia del lugar: las ruedas de “la porteña”, las antiparras de automovilistas y los símbolos de la tragedia y la comedia. Es que, ese pasaje originalmente era una vía ferroviaria; el edificio había sido una fábrica de bujías de automóviles, y después de muchos años, se convirtió en una sala teatral.
En esos días llegó a la casilla de mail de “Basta” un alerta: estaba por perderse el teatro “Del Picadero”, símbolo de la resistencia de la comunidad teatral durante la época de la dictadura. El alerta fue de Alejandro Machado, un fotógrafo aficionado que camina las calles de Buenos Aires (y más allá) documentando los edificios de valor patrimonial de la ciudad. Machado cuenta hoy en día con uno de los relevamientos por autor más completos por arquitecto de toda la ciudad, publicados en más de diez blogs.
En horas estábamos reunidos con Machado en un café. Machado estaba haciendo un relevamiento de la obra de Benjamín Pedrotti, nos puso al tanto de los detalles de “Teatro Abierto”, y nos pasó un listado de contactos del mundo del teatro para iniciar una campaña en defensa del Picadero. En poco más de una hora ideamos una estrategia para actuar en defensa del picadero.
Inmediatamente nos comunicamos con Tito Cossa, presidente de Argentores, quien se manifestó sorprendido e indignado por lo que le contamos. En esa misma conversación telefónica surgió la idea de convocar a los artistas a la puerta del picadero para manifestarse.
Con apenas dos días para comunicar vía mail y llamados telefónicos, el viernes 7 de diciembre, Tito Cossa había logrado la presencia de más de una treintena de actores y autores de teatro que, junto con varios integrantes de Basta de Demoler se congregaron frente al Picadero. Estaban, entre otros: Toti Cossa, Mirta Busnelli, Graciela Dufau, Pacho O´Donnel, Cipe Linkovsky, Roberto Villanueva Cosse, el cantante Antonio Birabent, y muchas otras personalidades; el diputado y actor Héctor Bidonde leyó una declaración de la Legislatura y expresó el compromiso para gestionar la salvación del teatro.
La abogada de la ONG, María Carmen Arias Usandivaras, anunció la presentación de un recurso de amparo ante la Justicia para frenar la demolición, mientras que el entonces Presidente, Santiago Pusso, pidió el compromiso de todos los ciudadanos para defender el teatro.
El amparo contó con la colaboración de otra ONG, la “Asociación para la Protección del Patrimonio Histórico Argentino”, ya que en ese momento Basta de Demoler no contaba aún con la personería jurídica.
Apenas pasados unos días, se conoció la medida judicial: el 17 de diciembre, la Justicia ordenaba al Gobierno de la Ciudad detener la demolición.
Actores y demoledores frente a frente
La misma semana que se supo de la decisión de la Justicia, visitamos en su despacho a Josefina Delgado, de la entonces existente Subsecretaría de Patrimonio Cultural, quien manifestó su apoyo a la defensa del teatro, y el compromiso del Ministro de Cultura, Hernán Lombardi, para colaborar.
Pero, paralelamente, consideramos que era necesario que el propietario del terreno fuera informado correctamente sobre la necesidad de preservar el teatro. Y qué mejor manera que, que los mismos actores, fueran los encargados de explicárselo. Fue así que invitamos a una reunión para dialogar, en la que estuvieron el empresario Ernesto Lerner, y Mirta Busnelli y Graciela Dufau.
Las actrices explicaron de su propia boca del valor simbólico que para la comunidad teatral, y la cultura de la ciudad, representaba El Picadero.
Luego, Lerner contó que para él era un honor estar sentado al lado de referentes de la actuación como Busnelli y Dufau, y que nunca hubiera imaginado una situación semejante. Y enseguida comenzó a explicar que él no sabía de esa historia, que el edificio no tenía protección alguna, que el mismo Gobierno había dado permiso para demoler, y que de haberlo sabido antes, no hubiera emprendido este proyecto. Lerner se refería a una situación que se mantiene hoy en día: la ausencia de un relevamiento que determine qué hay que preservar en la Ciudad…
Pero no todos pensaban como Lerner: el abogado expresó que la obra frenada significaba miles de pesos de pérdida por día, que “alguien tendría que pagar” (una solapada amenaza a Basta de Demoler) y que “el teatro no es tal, porque nunca tuvo habilitación municipal como teatro”. También agregó que para construir la torre era necesario demoler, y que de preservarse el teatro, alguien tendría que hacerse cargo de pagar los metros cuadrados perdidos.
El representante del “Estudio Mario Roberto Alvarez”, siguiendo los principios del reconocido arquitecto, fue determinante: “yo no preservo ruinas” (claro, las ruinas que él mismo generaría); su propuesta fue mantener solamente “el portal” y hacer la torre por detrás, siguiendo el cuestionado modelo de las “ruinas” preservadas en la torre del Banco de Galicia, en el microcentro porteño.
Al finalizar la reunión, Lerner concluyó que tenía toda la intención de resolver el problema de la mejor manera posible, y que lo “ayudáramos” a hacerlo.
Gestiones ante el Gobierno
Los arquitectos que asesoran a Basta de Demoler (entre ellos Carlos Blanco, Adriana Perez Moralejo, Marcelo Magadán, Germán Carvajal) idearon un plan basado en las posibilidades que brinda el Código de Planeamiento Urbano de la Ciudad: la transferencia de metros construidos de un terreno a otro, cuando hay restricciones en edificios catalogados. Esto es, lo que no puede construir por encima de un edificio que se decide proteger, se traslada a otra parcela, como manera de compensación. En este caso, el propietario tenía las parcelas contiguas, con lo cual la transferencia se realizaría a las parcelas linderas.
Comenzó así la gestión de este recurso, hasta entonces inexplorado: reuniones con Lerner para explicar la posibilidad, y con el Gobierno. Esta gestión no fue fácil: la transferencia de metros implica un convenio del propietario con el Gobierno, que debe ser firmado por el Jefe de Gobierno. La realidad es que hubo que insistir bastante para agilizar el trámite, ya que parecía que el Ministerio de Desarrollo Urbano no tenía mucho interés en apurarse.
Mientras tanto, vía judicial, era necesario mantener la medida cautelar: por un lado, el Gobierno se allanó a la medida, reconociendo el valor patrimonial del teatro y la ausencia de normativas de preservación para el edificio. Pero por otro lado, hubo que hacer frente a las embestidas de los abogados de la constructora: ellos aducían que “nunca fue habilitado como teatro”, y por lo tanto, no se trataba de un teatro. Había que demostrar que el Picadero había sido realmente un teatro: fue así que Tito Cossa y los autores rescataron los viejos programas de “Teatro Abierto”, donde figuraba fecha y dirección del Teatro El Picadero: se fotocopiaron los programas y se presentaron al Juez y así se demostró que, más allá de la existencia o no de los permisos habilitantes durante el gobierno de facto, el teatro fue una actividad y además, un edificio.
Un acuerdo para preservar el teatro
Finalmente, en mayo de 2008, se firmó en sede judicial un acuerdo entre el propietario, el Gobierno y Basta de Demoler, por el cual el propietario
se comprometía a:
1. preservar el edificio y atenerse a las restricciones que imponía la catalogación (que ya la Legislatura estaba tratando).
2. reconstruir la sala teatral y habilitarla al mismo tiempo que se inaugurara la torre.
El Gobierno, por medio del Ministerio de Cultura, se comprometía a incluir al teatro “Del Picadero” en el circuito teatral de la Ciudad, promoverlo y colaborar; mientras que desde el Ministerio de Desarrollo Urbano se promovería la catalogación y se impulsaría el convenio por la transferencia de metros cuadrados..
El acuerdo permitió la continuación de las obras en la torre, ya con la certeza de que el “Del Picadero” se mantendría en pie y sería inaugurado en el futuro.
Meses después, se produjo un encuentro para los festejos del aniversario de “Teatro Abierto”: el 4 de agosto el Ministerio de Cultura organizó un acto dentro del edificio, que aún estaba vacío, pero sirvió de marco para una muestra de gigantografías de Teatro Abierto de la fotógrafa Julie Weisz, la lectura de escenas Gris de ausencia de Tito Cossa, por miembros de aquél ciclo teatral y la lectura del “decálogo” del grupo, por el actor Jorge Rivera López.
Estuvieron allí nuevamente la comunidad actoral, el Ministro Lombardi y autoridades del Gobierno, y Basta de Demoler.
Luego viene la historia conocida: la venta del teatro al empresario teatral Sebastián Blutrach y el comienzo de un nuevo nacimiento para el Picadero.
El significado de la reapertura del teatro
Para Basta de Demoler, la reapertura del teatro “Del Picadero” es significativa por varios motivos:
1. Se preserva un lugar simbólico para la cultura de la Ciudad.
2. Se reabre una sala teatral.
3. Se consiguió un resultado fruto del acuerdo entre propietario, Gobierno y los vecinos organizados.
4. Se activó la “transferencia de capacidad constructiva”, antecedente que dio origen a un proyecto de Ley (actualmente en tratamiento en la Legislatura) que agiliza este procedimiento, para que pueda ser utilizado de manera frecuente como modo de “compensación” a los propietarios de edificios catalogados.
Es por ello que celebramos la reapertura de “Del Picadero”, y destacamos la participación de muchas personas que trabajaron desinteresadamente para que éste momento fuera posible.
Felicitaciones a ellos, y los mejores augurios para el nuevo emprendimiento.
Vía Basta de Demoler